I-131

En esta ocasión no voy a compartir ningún recurso educativo, ni película o libro, pero como ya comenté, quiero transmitir cualquier cosa que me forme como persona y profesional, y en este caso lo ha hecho como persona. 

Fui diagnosticada de carcinoma papilar después de la intervención quirúrgica que me realizaron el pasado diciembre para quitarme un nódulo en el tiroides. A consecuencia de ello, me informaron que tenía que recibir un tratamiento de yodo radiactivo (I-131) para eliminar las células malignas que hubieran podido quedar después de la operación. 

Sinceramente, me llevé un chasco, ya que tardaron dos meses en darme estos resultados y pensé que finalmente las sospechas eran solo eso, sospechas. Entonces es cuando aparecen en tu vida las dudas y los miedos. Aunque la endocrina me tranquilizó mucho y me explicó que con la ablación de todo el tiroides el problema estaba prácticamente resuelto, no puedes evitar querer informarte por otros medios (maldito Internet, alejaos de él cuando tengáis cualquier problema de salud), y sabes que tus seres queridos hacen lo mismo. Es una preocupación constante, y no encontré apenas testimonios reales de este tratamiento, solo de una mujer que lo contó en un foro a modo de diario. Yo intentaré no extenderme demasiado, pero quiero dejarlo por escrito en esta inmensa red para que alguna persona que tenga que pasar por lo mismo tenga la visión de una persona que lo vivió y le tranquilice, como a mí me tranquilizó el testimonio de esa mujer.

El tratamiento consta de tres citas fundamentales, al menos en el Hospital Virgen del Rocío (Sevilla). La primera de ellas es en la consulta de los médicos de medicina nuclear que llevan tu caso. Allí te informan en qué consiste el encierro y las medidas preventivas para el antes y el después de dicho encierro. 

Antes: Tienes que hacer una dieta baja en yodo durante una semana, no puedes comer casi nada, fuera pan, lácteos, pescado, algunas verduras y frutas... Puede resultar un coñazo, pero yo lo agradecí, perdí 1'6 kg en una semana. También me dieron dos inyecciones de Thyrogen para los dos días anteriores al ingreso, que sirven para tener muy altas unas hormonas que no recuerdo su nombre (siento no ser muy técnica, pero prefiero lo sencillo). Estas inyecciones tienen que ponértelas en tu centro de salud o en el que esté de urgencias si cae en domingo o festivo, con cita previa. Es posible que dé dolor de cabeza aunque no fue mi caso.

Durante: A la semana de esta primera cita ingresé en la unidad de braquiterapia (radioterapia interna). Todas las enfermeras que me atendieron son un encanto, eso por delante de todo lo demás. Me sacaron sangre y me enseñaron mi cuarto, las precauciones que tenía que tener y me dejaron un pijama de papel para cambiarme. 

Al rato llegó la misma médica que me atendió en la consulta vestida con un delantal rígido, guantes y protegiéndose el cuello y el cabello. Me pidió que colocará una mano debajo de la otra, y con muchísima precaución me dio la cápsula directamente del bote a mi mano. A continuación, entraron para tomarme las primeras medidas de radiación, cerraron la puerta y justo en ese momento empezó mi aislamiento de dos días.

Vista de la habitación con su baño 
Detalle de la única luz "natural" y la cámara que te vigila
Precisamente este hecho es el que más agobia a las personas, en las que me incluyo. Pero es preciso ir con la mente despejada, sabiendo que es un pasito más que hay que dar para terminar de curarte. Yo me mentalicé de que iba a ser un retiro espiritual, y me fue muy bien. Me llevé el portátil con películas (incluso jugué al buscaminas después de 15 años al menos), un libro bien gordo (Danza de Dragones-George R.R. Martin), un libro diario (You First- Lea Michele), un cuaderno, estuche, lápices de colores y mandalas para colorear (la próxima entrada se la dedicaré). 

Es un proceso totalmente indoloro. El I-131 tiene pocas contraindicaciones y es un tratamiento poco agresivo. Puede darte náuseas, hinchazón de garganta, dolor, sequedad de las gládulas salivares, pérdida de sabor o rigidez de mandíbula, pero yo no he tenido ninguno de ellos. Quizás un poco de hinchazón en la garganta, pero va disminuyendo y te suministran anti inflamatorios. Para evitar la sequedad salivar, me pusieron caramelos ácidos el primer día y trocitos de limón el segundo.

Comida del primer día en bandeja de plástico
La comida venía en bandejas y cubiertos de plástico que tiraría en una bolsa enorme de basura situada en el baño. Había un recipiente para los restos de comida y un cubo para todo lo demás, básicamente el papel de secarte. Esto es así porque no entran a limpiar ni a recoger nada esos dos días y todo va a unos contenedores especiales. El televisor es gratuito pero solo se veían los 4 canales de la televisión pública ¡yuju! Tampoco había wifi, pero la verdad es que no eché de menos ninguna de las dos cosas. 

Si todo va bien y tienes las medidas de radiación por debajo de lo permitido por la ley, te dan el alta por la mañana temprano. Todas las precauciones y las instrucciones te las dan por escrito y toca volver a casa.

Después: Aunque parezca mentira, lo he pasado peor en mi casa que en el encierro y eso que las medidas han sido muchísimo más leves de lo que esperaba. Solo tuve que estar un día sin poder estar más de una hora y a más de 1 m con mi familia, pero se me hizo eterno; aunque por precaución se me aconsejó estar reservada un par de semanas al trabajar con niños. Siempre es mejor prevenir que curar y más cuando se trata de algo perjudicial para el otro y encima son niños. Por otra parte, las medidas de higiene han durado 7 días, en los que he tenido que utilizar cubiertos y platos de plástico y no he podido compartir sábanas ni toallas, a parte de tirar dos veces de la cadena. 

Cuatro días después tuve la cita para la gammagrafía, que es una foto de todo tu cuerpo para ver donde ha quedado el yodo concentrado y ahí es donde se supone que están las células tiroideas que han quedado y las va quemando y eliminando. Dura unos 20 minutos y la maquinaria es parecida o igual a la de un TAC. Cuando abrí los ojos me encontré con una placa a 2 cm de la cara y agobia un poco, pero cerré los ojos y empecé a cantar para mí, haciendo el tiempo de la prueba mucho más ameno y corto.

Ya solo me quedan dos analíticas más y la cita con mi endocrina el próximo mes de julio, que me comentará los datos de la gammagrafía y el siguiente paso.

Es un viaje que aun no ha terminado pero con optimismo es mucho más llevadero y estoy convencida que en unos meses podré darlo por concluido. Es muy importante estar rodeado de tu familia, tu pareja si la tienes y tus amigos, pero sobre todo lo más importante son tus ganas y tu confianza de que todo va a ir bien. La mente es muy poderosa y es un factor de peso a la hora de afrontar estos problemas que la vida nos pone por delante.

Espero que este testimonio sirva a alguien que esté pasando por lo mismo y desde aquí quiero decirle que no hay que tener miedo y que no es tan malo como lo pintan. ¡Ánimo y a por todas! 


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